lunes, 20 de julio de 2015

El "teatro de la mente" y el primer Final Fantasy

Como muchos que crecimos en nuestras naciones, mi primer contacto con los juegos de rol fue a través de videojuegos. Específicamente, con el Final Fantasy original para la consola NES, o Nintendo clásica, allá por 1994. En aquellos años de 8 bits y gráficas limitadas, nuestra imaginación llenaba los huecos que la potencia visual de la consola simplemente no podía satisfacer.

¿Era esto algo malo? Hoy en día, los motores gráficos avanzados hacen todo por nosotros. Sencillamente no queda mucho para que podamos imaginar. Es por esto que amamos los juegos de rol de mesa, ¿no es así? Porque la única limitación está en cuánto podemos imaginar algo con vividez.

Recuerdo cuando jugaba al Final Fantasy, mi primo, dos años menor que yo, me acompañaba. Ambos entendíamos poco o nada de inglés -de hecho, ese juego me motivó a aprenderlo, y si mi título de graduación de inglés pudiera estar a nombre de Final Fantasy, sería algo muy justo-, pero nos ayudábamos y cuando era necesario subir de nivel, él se ofrecía voluntario a "buscar problemas" deambulando por el mapa.

¡Todo niño de los 90 recuerda esto!
En cierta ocasión, me comentó que sería fantástico que después de una batalla, el juego presentara una imagen, aunque fuera un dibujo sin animar, de los personajes del grupo enzarzados en combate con los montruos. Después de que se fue de casa esa tarde, me quedé pensando en que sí, sería bonito, pero que entonces le quitaría la gracia a todo lo que me imaginaba durante las batallas. Porque, definitivamente, mi imaginación llenaba perfectamente los espacios en blanco que no se mostraban en pantalla. 

Sin conocer el concepto en ese entonces, ya estaba yo mostrando mi preferencia por lo que en los juegos de rol de mesa llamamos teatro de la mente, que no es más que la capacidad de la imaginación, estimulada por la narrativa y la actuación del Dungeon Master, para meternos de lleno en el mundo de fantasía que estamos viviendo en esos momentos.

La Quinta Edición de Dungeons & Dragons marcó un regreso a la preferencia del teatro de la mente por encima de los mapas y las miniaturas. Muchos jugadores que comenzaron su viaje por el multiverso D&D con la Cuarta Edición, resienten el cambio la primera vez que juegan a 5e, especialmente porque la consideran "demasiado simple". Yo prefiero pensar que es más versátil y no simple, precisamente para alejarse de la necesidad de un medio físico.

No obstante, tengo planeada una experiencia para uno de mis grupos de 4e que animo a todos los DM a intentar, para demostrar que la edición es perfectamente compatible con el teatro de la mente: una sección completa de una aventura durante la cual los jugadores tendrán los ojos vendados; todas las pruebas que involucren dados se realizarán de manera que puedan verlos sin quitarse la venda, a menos que confíen a plenitud en la integridad del DM, que como sabemos, es esencial para una buena relación.

Pero veamos, ¿es preferible contar con ayudas gráficas durante las partidas, o preferimos dejar todo a la imaginación?

miércoles, 4 de marzo de 2015

¡Feliz día del Dungeon Master!

Hoy 4 de marzo se celebra el día mundial del Dungeon Master -o del GM, si queremos ser más amplios-, en conmemoración del fallecimiento de Gary Gygax, el padre de Dungeons & Dragons. En esta fecha, es una buena idea recordar a esos DMs que nos han marcado para toda la vida con experiencias significativas en D&D, o sencillamente, con buenos momentos.

Mi anécdota es de cuando retomé D&D en 2008, tras varios años sin tocar los dados. De la mano del respetadísimo DM Walter Kruger, quien hoy habita en Costa Rica, un grupo de amigos en nuestra mayoría mayores de 25 años nos reuníamos para disfrutar de D&D 4e o Star Wars d20. Quienes han compartido la mesa con Walter saben que su narrativa es una de las más entusiastas y dinámicas de América Latina, y que tiene la capacidad de manejar cantidades enormes de información y montar trampas mortíferas que son la materia genética de extensar conversaciones incluso años más tarde. En aquel entonces yo, que me había saltado olímpicamente la 3e de D&D y apenas me familiarizaba con el sistema de mapas y miniaturas, era un inocente cordero en el altar del sacrificio de las ocurrencias de este DM magistral.

Walter Kruger, en una convención en Managua, 2010.
 En una de mis primeras partidas de Star Wars d20, mis compañeros y yo tomamos una base del Imperio en un planeta en noche permanente. Mi personaje, un jedi impetuoso de nivel 3, tomó un destacamento de 10 soldados y se decidió a explorar el subterráneo bajo la base mientras los demás examinaban la base en busca de cosas que nos fueran de utilidad. Otro de los jugadores, un wookiee, se decidió a venir conmigo, pero estaba varios metros atrás de mi último soldado. En la oscuridad del subterráneo, pronto llegamos a un enorme salón, en una de cuyas esquinas acechaba una criatura monstruosa similar a un ciempiés con patas ganchudas. Yo era un jedi, ¿cierto?, con una decena de soldados bajo mis órdenes, ¿correcto?; ¡¿qué podía salir mal?!

Decidí empezar a lo grande: relámpagos de la fuerza contra el monstruo. Entonces Walter esbozó esa sonrisa que ya muchos aprendimos a temer y, completamente despreocupado del metajuego, me mostró la entrada del monstruo en el manual: la criatura tenía un rasgo racial que le permitía hacer rebotar los poderes de la fuerza. No absorberlos, no negarlos: rebotarlos. En una tirada de dados, me quedé con 2 soldados. Cuando el wookie llegó e intentó cargar contra la criatura, falló pese a que le salió una tirada bastante alta en el d20.

Momentos así pueden ser frustrantes o pueden ser divertidos, todo depende de la mentalidad de los jugadores pero, sobre todo, de la manera como el DM los presenta y los maneja. Recuerdo con mucho cariños estas sesiones con Walter en casa de don Oscar Solís Rángel, hoy cónsul de Costa Rica en República Dominicana, por el ambiente relajado y alegre en el que compartíamos, y porque también en ellas comencé a compartir tiempo a la mesa con la mujer maravillosa que hoy en día es mi esposa. Así que jugamos D&D juntos desde hace seis años, y en unos años, nuestros hijos jugarán D&D con nosotros y sus amigos.

Ella no lo sabía, pero sería mi esposa. Abril 2009.
Hoy celebramos a esos DM que nos han obsequiado recuerdos que el tiempo no puede disminuir. Hoy saludamos las horas de dedicación de los DM para tener todo listo en una partida. Hoy les damos las gracias por esas horas leyendo los manuales y las aventuras, o preparando sus propios monstruos y reglamentos.

A todos los Dungeon Masters, ¡LOS SALUDAMOS!